La tomé por la cintura, la abrace con mis manos,
la encerré entre mis brazos y muy, muy fuerte,
le dije:
nunca de mi lado te alejes,
te amo tanto, tanto, que sin ti, no sabría que hacer,
me recosté en su hombro y lloré.
Mientras ella, dejaba sus manos caer,
colgaban sus brazos a mis costados, sin tocarme,
y supe que era el fin.
No lo dijo, se marchó,
y tras ella fui yo,
no dejaría de pelear por su amor.
Le rogaría, pediría, juraría e imploraría,
las veces, el tiempo que fuera necesario
que vuelva a mi lado, pidiéndole perdón.
Sé que muchas veces la decepcioné,
no la escuché,
no le presté la debida atención,
no salía con ella,
prefería a mis amigos
o ver un partido de fútbol,
escogía la compañía y cena con mi madre
mientras ella, triste me esperaba
con la mesa servida y lagrimas en los ojos
porque a casa no llegaba,
o lo hacía de madrugada ,
dormía sin compañía, pues llegaba tarde,
y cansada de llorar
con los ojos inflamados se dormía.
Fueron muchas cosas las que no hice
y las pocas que hice, estuvieron mal,
fue nada el cariño que le daba,
los besos y caricias, eran parte del pasado,
no fui un buen hombre,compañero ni amigo,
fui una vil y despreciable persona,
hasta el día que me dijo se marcharía,
como siempre ella estaba, no me di cuenta
que perderle podría,
y hoy que se esta marchando,
me doy cuenta de mis errores,
fueron muchos y grandes, por eso, le pido perdón,
necesito reconquistarla, y eso, solo es
con lo que nunca le di, con amor,
el que estoy dispuesto a entregarle
multiplicado no solo por dos.
©2020, Miriam Santillán. Córdoba, Argentina
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